Si bien Facebook, Twitter, Instagram y otras redes sociales establecen que solo las personas mayores de 13 años pueden registrarse, lo habitual es que los más pequeños mientan respecto a su año de nacimiento. Así es como empiezan a interactuar virtualmente con terceros a través de todo tipo de pantallas, algo que, como demuestra un estudio realizado recientemente en Australia, afecta la capacidad de que los niños puedan mirar una cara e interpretar la emoción expresada por su interlocutor a través de los gestos.
La investigación, realizada por la Universidad de Sunshine Coast (SCU), comparó cómo interactuaban en conversaciones cara a cara 200 personas que crecieron sin Facebook con aquellas que han accedido a las redes sociales a muy corta edad. Así se detectó que estos mostraban cierta incapacidad para comprender las expresiones faciales de sus interlocutores. Las conclusiones de esta investigación son idénticas a las de estudios similares realizados en Francia, Estados Unidos, Rumania y Reino Unido.