En el aeropuerto de Minsk, la capital de Bielorrusia, un cartel da la bienvenida a los viajeros en tres idiomas: ruso, inglés y —sorpresa— chino mandarín.
El chino está también presente en centros comerciales y otras zonas empresariales y de ocio de este país de poco más de 9 millones de habitantes.
La estrecha relación entre Bielorrusia y China no es nueva, pero ha tomado un nuevo impulso en los últimos meses, con la invasión rusa de Ucrania como telón de fondo.
Esta semana, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, ha sido recibido con la alfombra roja en Pekín por Xi Jinping, donde ambos mandatarios han firmado una serie de acuerdos y han expresado su «interés máximo» en hallar una solución pacífica para Ucrania.