Desde hace un tiempo, el acto de despreciar a Alberto Fernández enciende a Cristina y La Cámpora. En on, en off, en presencia, en ausencia, con proclamas densas o estiletazos irónicos, pocas causas concitan tanta constancia y energía en la vicepresidenta y su grupo político como hacer blanco en quien accedió a la Casa Rosada, antes que nada, por una propuesta nacida en un living de un departamento ubicado en Juncal y Uruguay.
El último episodio fue la alusión a la “agrupación política del amague y recule” con la que Cristina etiquetó a su compañero de fórmula en relación a los vaivenes presidenciales ante el fallo de la Corte por la coparticipación de CABA. La saga de la bronca contra Alberto Fernández es de larga data, pero hubo un período en que las cosas fueron distintas.
En cada aparición pública, Cristina elogia su propia capacidad predictiva al recordar una advertencia que formuló a fines de 2020. “Sergio (Massa) decía que la economía va a crecer en el 2021. Pero ojo: yo no quiero que a ese crecimiento se lo queden tres o cuatro vivos nada más”, dijo la vicepresidenta el 19 de diciembre de ese año en el estadio único de La Plata, con toda la cúpula del oficialismo reunida.