Es como si su presencia -y a veces sólo basta el rumor de su presencia- cambiara los patrones magnéticos del movimiento de la Tierra. Dicen que los pájaros huyen de su hábitat si “sienten” la desconfiguración planetaria en las horas previas a un terremoto o un tsunami. Lo mismo sucede con las personas cuando se “sienten” cerca de Cristina Fernández de Kirchner.
Si existiese un aparato que midiera las vibraciones que se producen cuando ella pasa, se rompería. Hay algo que se altera, que cambia de frecuencia, un magnetismo maradoniano, algo que solo pueden lograr el fútbol o la religión o el agradecimiento. Como le dijo el referente social Alejandro “Pitu” Salvatierra cuando la saludó, en el final de la entrevista que le dio a Pablo Duggan, en C5N, cuando saludó a todo el staff del programa Duro de domar: “Gracias por habernos permitido cambiar fideos por churrasco”.
Hay una canción de los -platenses como ella- El mató a un policía motorizado que consta de una sola estrofa en loop, y que -como todo canto tribal- es un sueño lánguido de guitarras y sintetizadores sobre las que canta Santiago Barrionuevo. La letra, escrita por él mismo, no alude, que se sepa, a la ex presidenta argentina aunque data de 2011 ó 2012, pico de la épica del 54% y el duelo por la muerte de Néstor Kirchner, y dice: “¿Ey, quién te va a cuidar? En este mundo peligroso tenemos que estar juntos. ¿Quién detendrá a la turba iracunda si no estoy con vos, nena? Con este magnetismo que sigue bajando, nena”.