Difícil encontrar un país en el que el Mundial de Fútbol de Qatar haya generado un revuelo similar al de China. Allí el debate no lo protagonizaron los goles, el arbitraje, el papel de los seleccionadores, el país o la lista de convocados. No. Lo que ha levantado polvareda en el gigante asiático, donde ya el solo hecho de que se registren protestas espontáneas resulta significativo, es el público.
Mejor dicho, el contraste entre lo que muestran las cámaras de televisión y lo que vive parte de la población china que sigue viendo su día a día muy condicionado aún por la pandemia.
La historia la han relatado las agencias EFE o AFP y se hacen eco de ella medios como el diario South China Morning Post, con sede en Hong Kong: cuando los chinos aficionados al fútbol han encendido sus teles para seguir los partidos del Mundial se han topado con algo más que jugadores, entrenadores y campos. Lo que han visto son gradas y estadios en los que se agolpan miles de hinchas, multitudes que se mueven sin mascarillas ni respeto por la distancia de seguridad.