martes 28 de marzo de 2023
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El Mundial se pone más emocionante. Y eso es un problema.

El Mundial de fútbol, que llega a su etapa culminante esta semana en Qatar, demuestra un hecho ineludible y lamentable: el sportswashing (“lavado deportivo”), es decir, el uso de una competencia atlética para hacer brillar una imagen empañada, funciona muy bien la enorme mayoría de las veces.

Hay buenas razones por las que Qatar no debería estar organizando el evento deportivo más grande del planeta. Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos la FIFA, el órgano rector del fútbol, recibió sobornos para seleccionar al petroestado del Golfo Pérsico como país anfitrión. Qatar tiene un largo historial de abusos contra los derechos humanos, incluido el trato horrible a los trabajadores inmigrantes de la construcción, miles de los cuales, según reportes, murieron durante la construcción de las instalaciones para el torneo y otras infraestructuras. Además, celebrar el Mundial a finales del otoño, cuando las ligas profesionales están en ,la mitad de sus temporadas, en lugar de en el verano —debido al calor abrasador de Qatar, representa un riesgo innecesario de lesiones para los jugadores.

Sin embargo, ninguno de estos factores ha impedido que el torneo ofrezca partidos emocionantes, estrellas brillantes, héroes improbables e historias cautivantes, incluida la de una selección “cenicienta”, Marruecos, cuyos jugadores están siendo alentados por la esperanza de un continente y una cultura.

washingtonpost.com  (www.washingtonpost.com)