Cuatro fotos tomadas en 1944 por Alberto Errera, un judío griego internado en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que muestran a los prisioneros camino de la cámara de gas, así como la quema de cadáveres, han sido tapadas por el Museo del Holocausto de Ámsterdam. Formaban parte de una exposición dedicada a la persecución de los judíos holandeses entre 1940-1945, que puede verse en el centro hasta el próximo 6 de octubre, pero la dirección justifica su gesto aduciendo que carece aún de postura oficial frente a escenas tan crueles. El Instituto para Estudios de la Guerra, el Holocausto y Genocidio (NIOD en sus siglas neerlandesas), encargado de montar la muestra, lamenta la decisión porque considera que Errera consiguió una de las principales pruebas históricas del Holocausto.
La controversia entre el Museo del Holocausto y NIOD ha llegado a la prensa nacional a través del rotativo De Volkskrant, y ambas partes han dado profusas explicaciones sobre lo ocurrido. La sala se encuentra ubicada en el corazón de la capital holandesa, en el antiguo barrio judío. Aunque puede visitarse y organiza actividades, su inauguración oficial será en 2022, y de ahí que Emile Schrijver, su responsable, haya declarado que necesitan tiempo para decidir su postura como institución. Tenía, además, dudas éticas ante la falta de respeto con los muertos reflejada en las imágenes. También frente al horror mostrado, dado el carácter pedagógico de la muestra sobre la vida de los judíos holandeses durante la ocupación. El museo decidió taparlas porque «además no guardaban relación con los hostigados en Holanda”, según ha indicado Schrijver.
Sin embargo, desde NIOD las califican de “testimonio esencial porque los judíos holandeses corrieron la misma suerte y los cuerpos no son reconocibles, pero sí testigos de la destrucción”. A pesar de su valía no son tan conocidas como otras escenas y por eso René Kok y Erik Somers, investigadores del instituto y conservadores de la exposición, las incluyeron en el libro que la acompaña. La obra puede comprarse sin censurar en el museo.