Es una de las principales amenazas a las aspiraciones geopolíticas de Rusia.
El país enfrenta una importante crisis demográfica que alcanzó un punto máximo en 2018 cuando, por primera vez en una década, la población rusa cayó en términos absolutos, reduciéndose en 93.500 personas hasta los 148,8 millones de habitantes, según el Servicio Estatal de Estadísticas ruso (Rosstat).
Las proyecciones no son alentadoras. Según estimaciones de la ONU, Rusia perderá sobre un 8% de su población para 2050.
Esta crisis demográfica puede ser determinante para la economía rusa y su poder militar y, por tanto, según analistas, podría impactar en su habilidad para proyectar influencia alrededor del mundo.