El ovario es una máquina del tiempo. Viaja al futuro y llega a la vejez antes que el resto del cuerpo. Al nacer, cada ovario contiene alrededor de un millón de folículos, pequeños sacos llenos de líquido que contienen óvulos inmaduros. Pero la disminución de estos folículos es inmediata e incesante. En la pubertad, solo quedan unos 300 mil folículos. A los 40 años, la gran mayoría ya han desaparecido. Y a los 51, la edad promedio de la menopausia en Estados Unidos y Latinoamérica, prácticamente no queda ninguno.
Los humanos somos una rareza en este sentido. La mayoría de los mamíferos siguen siendo fértiles hasta el final de sus vidas; las únicas especies conocidas que experimentan la menopausia de forma natural son los humanos y algunas ballenas. En los humanos, la pérdida de hormonas durante la menopausia desencadena una serie de efectos negativos para la salud: los huesos se vuelven quebradizos, el metabolismo se hace más lento y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, derrames cerebrales y demencia. Paradójicamente, las mujeres viven más que los hombres en promedio, pero pasan más años con una mala salud.