No hay nada como la sensación de sacarte del pecho algo que te afecta.
Pero a veces compartir un secreto no es posible.
El miedo, la vergüenza y el estigma pueden impedir que revelemos las partes más profundas de nosotros mismos o, a veces, simplemente no es nuestra propia información.
Guardar secretos en realidad puede causar un daño «que conduce a la fatiga, el aislamiento social y una menor sensación de bienestar», según investigadores de la Universidad de Columbia, en EE.UU.
Entonces, ¿de qué otra manera podemos comunicar lo que nos preocupa sin lastimarnos a nosotros mismos ni a los demás?