Un signo ortográfico se ha convertido en Francia en el emblema del lenguaje inclusivo, no sexista o igualitario y en el símbolo de una batalla que va más allá de la lengua. El signo de la discordia es el llamado punto mediano. Se escribe así: •.
Desde hace unos años, se utiliza, incluso en textos oficiales de administraciones locales y en el sector privado, para añadir un sufijo femenino a un sustantivo masculino. Una sola palabra designa así a ambos géneros. En vez de escribir, por ejemplo, “parisiens et parisiennes” (parisinos y parisinas), el Ayuntamiento de París escribe “parisen•ne•s (algo así como parisino•a•s (el castellano dispone de una fórmula más extendida y cómoda: “parisinos/as”).
Una circular del Ministerio de Educación Nacional del 5 de mayo ha reavivado la discusión. El titular del cargo, Jean-Michel Blanquer, pone negro sobre blanco algo en lo que lleva años insistiendo. “Voy a vigilar para que solo haya una gramática”, prometió en noviembre de 2017, “del mismo modo que solo hay una lengua y una República”.