Hace algunos años en Madrid, un diplomático me contó que había estado destinado a Guinea Ecuatorial, el único país del África sub-sahariana donde se habla castellano. El territorio de esa nación, independizada de España en 1968, está compuesto de una pequeña parte continental y un grupo de cinco islas que, en total, no llegan a los treinta mil kilómetros cuadrados. Guinea Ecuatorial es, de hecho, uno de los países más pequeños de África. Como república presidencialista, se dedica a la extracción de su abundante petróleo y, por lo menos hasta el 2009, el único cine del país funcionaba en el Instituto Cervantes, la agregaduría cultural española. La sala era pequeña y se pasaban estrenos porque nadie iba a reclamar por temas de derechos y copyright. Los cines africanos suelen tener esa impronta. Abundan las fotos de funciones al aire libre y vacas cruzando por adelante del proyector. Cada continente alimenta sus mitos sobre los usos del cine, su implementación mágica y su artificios. La Antártida, por su parte, presenta una sola sala. Queda en la base argentina Carlini en las Shetland del Sur. En la puerta del edificio donde está hay una placa que informa:
SALA DEL BICENTENARIO
Espacio INCAA Latitud 90°
Primera Sala Cinematográfica del Continente Antártico
Base Jubany
República Argentina
Sr. Presidente de la Nación
Dr. Néstor Carlos Kirchner
Sr. Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto
Dr. Rafael Antonio Bielsa
Sr. Secretario de Cultura
Dr. José Nun
Sr. Director Nacional del Antártico
Dr. Mariano Arnaldo Memolli
Sr. Presidente del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales
Don Jorge Edmundo Coscia
Abril — 2005
De cada uno de estos nombres propios se podría hacer un largo comentario. Muchos de esos políticos ya murieron y dejaron anécdotas y legados variopintos. Pero lo que me importa acá es que el primer y único cine del continente se inauguró en abril del 2005. ¿Qué pasaba en la Argentina para ese momento?
La Sala del Bicentenario hoy transmite un aire fantasmal, subrayado por las polvorientas butacas de color rojo apagado. No es un espacio muy grande. Tiene capacidad para unas veinte personas sentadas. Más que una sala, parece un microcine. Está la pantalla blanca y en la pared opuesta, el agujero para el proyector.