Todos los meses, el Estado deposita dinero en las cuentas de casi 20 millones de argentinos, convirtiéndose, en la mayoría de los casos, en sostén principal de esas personas.
La cifra es 221 por ciento más alta respecto de 2001, año de inflexión en la historia económica de la Argentina. En ese entonces, eran 6,23 millones de argentinos los que recibían ingresos económicos del Estado.
Desde entonces, y por diferentes razones –sociales, económicas, culturales y electorales–, esa cuenta no ha parado de crecer, al punto de demandar un gasto público que hoy tiene un tamaño gigantesco, equivalente a 42 por ciento del producto interno bruto de la Argentina. Eso significa que de cada 100 pesos que produce genuinamente el sector privado, el Estado gasta 42. El grueso de ese dinero lo obtiene cobrando impuestos y, cuando eso no es suficiente, emite o toma deuda.