Francia cuenta con muchos atributos turísticos, pero hay uno que destaca por encima de todos los demás: París. La ciudad recibió más de 50 millones de visitantes a lo largo de 2018, superando su récord histórico y contribuyendo a afianzar la posición del país galo a la cabeza del turismo internacional (90 millones de personas acudieron a Francia sólo el año pasado). Los números siempre van al alza, y el ayuntamiento parisino observa la tendencia con preocupación.
De un tiempo a esta parte, ha aplicado diversas medidas para limitar las consecuencias de la masificación turística. La última va encaminada hacia los autobuses turísticos, enormes aparatos de dos plantas que circulan incansablemente a lo largo de la ciudad. Ayer, el vicealcalde parisino, Emmanuel Gregoire, anunció en Le Parisien una nueva ordenanza que limitará el radio de acción de los buses. «No son bienvenidos en el corazón de la ciudad», espetó.