La serie Stranger Things fue un éxito brutal desde que se estrenó en 2016. Millones de espectadores se vieron atrapados en esa apasionante historia de terror, que contaba además con una banda sonora maravillosa. Pero además de por todo eso, la serie destacaba por algo más: la ambientación, el vestuario y el diseño de todo lo que rodeaba a los personajes. Inmediatamente nos remitía a otras películas de los años 70 y los 80: nos recordaba a E.T. el extraterrestre, a El resplandor o a Regreso al futuro.
Lo que veíamos en pantalla nos parecía atractivo y, por decirlo de una forma muy sencilla, nos resultaba bonito. ¿Pero por qué? ¿Se trataba solo de un ramalazo de nostalgia de los que vimos aquellas películas en el cine o era algo más? Considerándolo por un momento, y comparando Stranger Things con otras series que retratan el mundo actual, había algo muy diferente en ella y que la relacionaba directamente con todas las películas de aquella época: sus maravillosos colores.
En el mundo actual parece que el color ya no está de moda. Es algo que podemos comprobar fácilmente mirando una revista o paseando por la calle, donde la mayoría de coches, por ejemplo, son blancos, negros o grises. Es como si el minimalismo nos hubiera poseído, haciendo que el mundo se esté volviendo poco a poco grisáceo y beige.