El cristinismo bonaerense, por boca de Sergio Berni y de Axel Kicillof, detectó que el asesinato del colectivero Daniel Barrientos ponía en primer plano el incómodo problema de la inseguridad y decidió redoblar la apuesta. Si el tema devino político tras la agresión brutal que un grupo de compañeros de la víctima descargaron sobre el ministro bonaerense de Seguridad, la decisión fue elevar la ecuación al cuadrado. Así, en un contexto de precampaña sin piedad, la narrativa del gobierno provincial sobre el hecho pasó de advertir sobre «características inusuales» del mismo a, lisa y llanamente, involucrar en el mismo a la oposición.
La estrategia es de alto riesgo.
Alex Gabriel Barone, de 19 años y reconocido en una rueda de reconocimiento por una testigo, y Gabriel Barone, de 24, se convirtieron en los dos primeros detenidos por el asesinato del chofer. La homonimia tanto de nombre como de apellido llama la atención, algo que la investigación salvó aludiendo a un supuesto parentesco entre ambos. Que fueran de la misma familia podría involucrarlos en una misma banda, pero el detalle es que la madre del segundo le dijo a IP Noticias que no hay vínculo alguno entre ambos.
¿Se ha encontrado la punta de un denso ovillo delictivo o, simplemente, una verdulería generosa en la entrega gratis de ramas de perejil? Lo primero explicaría lo que sugieren Kicillof y Berni; lo segundo supondría un salto político al vacío, que sumaría a un hecho conmocionante de inseguridad algo calificable de mala praxis o de mala fe. Tiempo al tiempo.