Antes de empezar, lo señalamos nosotros ya mismo: negarse a ver series (al igual que renunciar a cualquier tipo de ocio o arte sólo por presentar un formato) es, de base, una idea caprichosa y estúpida.
Pero, y aquí viene la segunda parte, una cosa son las formas de ocio y otra sus modos de uso. En mi caso particular reconozco tener varios problemas con las series. La principal, que suelen conducirme a un consumo descontrolado. El serial tiene un componente de adicción que me lleva a gastar tiempo a la espera de, básicamente, el chute en forma de resolución de tramas o giros de guión mientras mi cerebro procesa las imágenes en piloto automático, con el neocórtex desconectado.