Cuando Tilly Lockey cumplió 15 meses, perdió sus dos manos. Tenía septicemia meningocócica, una infección de las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal que puede hacer preciso amputar las extremidades. Ahora Lockey tiene 15 años, luce dos brazos biónicos y es una auténtica influencer. Como esta joven, múltiples personas recurren a la tecnología para mejorar su cuerpo. Pero no todas tienen problemas de salud: ya hay quienes se implantan chips bajo la piel simplemente para abrir puertas, comprar o llevar encima un boleto del tren. Este tipo de acciones, que dibujan un escenario propio de la ciencia ficción, conllevan implicaciones médicas, éticas, sociales y legales.
El 51% de los españoles defiende la libertad para perfeccionar el cuerpo con tecnología, según un informe titulado ¿Qué piensan los europeos sobre un mundo aumentado?, publicado este miércoles por la compañía de ciberseguridad Kaspersky. Los datos de este estudio provienen de una encuesta realizada a 6.500 mayores de 18 años de siete países europeos —Alemania, Austria, España, Francia, Italia, Portugal y Reino Unido—. Los adultos de Portugal (56%) y España (51%) son los que más a favor están de que las personas pueden hacer lo que quieran con su cuerpo. Los de Reino Unido (36%) son los que menos lo apoyan.