La Casa Blanca, en el crepúsculo del presidente Donald Trump, se ha convertido en territorio minado. ¿Para quién? Para los suyos.
Trump se pasó la campaña acusando a los demócratas de “socialistas”. Si él perdía, esto sería Venezuela. Dicen que ese mensaje caló y que esa es la razón de que a los progresistas les fuera mal con el voto hispano en Florida.
Venezuela y Hugo Chávez, fallecido en el 2013, son una obsesión para el trumpismo. La abogada Sidney Powell, adalid de las conspiraciones, insiste en que el dictador caribeño, desde el otro mundo o desde el averno, se halla detrás del robo de votos a Trump con las máquinas de conteo.