Una de los indicadores más utilizados para medir la inflación («suba generalizada de los precios de una economía») es el índice de precios al consumidor (IPC). Los IPC toman una canasta de consumo de bienes y servicios de la población. Ahora bien, ¿cómo se ponderan los distintos rubros? ¿Por qué «alimentos y bebidas» pesa tanto más que «electrónica» en el índice?
La razón es sencilla. Los IPC se construyen a partir de la suma de todos los gastos que hacen los hogares al cabo de un período de tiempo (en general, un año, para poder captar mejor consumos estacionales, tales como el turismo). Para ello, el INDEC hace una Encuesta de Gasto de los Hogares (ENGHO), que se actualiza cada cierto período de tiempo. En Argentina, la última ENGHO es del año 2012-2013, y actualmente se está haciendo una nueva.
Vale tener en cuenta que en los IPC el «changuito» de bienes y servicios es siempre el mismo, hasta tanto aparezca una nueva ENGHO que confirme que los patrones de consumo de la población cambiaron. Que el «changuito» sea el mismo implica que las cantidades son fijas, pero que el peso de los distintos bienes y servicios va variando en función de la evolución de los precios de los distintos rubros que componen tal «changuito».