Conoció a Mariam y a sus tres hijos, Ahmed, Abdul y Abderraman, en 2018, en Alepo, cuando todavía estaban en guerra los alrededores de esta ciudad, la más poblada de Siria. Vivían en un edificio completamente arruinado que regresó de inmediato a su mente con el terremoto de este febrero. “Y ahí nació mi obsesión por encontrarles”, recuerda ahora el fotoperiodista Iván Benítez Forniés, que trabaja en Diario de Navarra. “Pero lo que me activó la conciencia para ir a buscarles sí o sí fue la visita de un grupo de chavales de 18 y 19 años a la redacción”, cuenta. Preparaba un reportaje a propósito del terremoto y se preguntaba en el texto qué habría sido de ellos cuando los jóvenes quisieron saber por qué conocía los nombres de personas que viven en Siria. “Les empecé a contar la historia de Mariam y me di cuenta de que les interesaba muchísimo lo que pasaba más allá: me confirmó que tenía que ir y buscarles”. Regresó este febrero y dio con ella, “en el mismo edificio, con la misma ropa, con el mismo hijab” -“como si me hubiera estado esperando…”-. Reconoció a Benítez. “Me hiciste una fotografía hace cinco años. Ahora somos un poco más felices que en 2018: tenemos dos horas de luz al día y un poco de agua. Eso sí, hace más de un año que no comemos carne’, me contó. Al escucharle allí pude comprender y describir bien lo que me encontré”, reflexiona. En sus manos sostiene Nieva ceniza. Crónicas contra el olvido, su último libro, que empezó a escribir sin saberlo hace 25 años, cuando inició viajes por el mundo para contar a su regreso qué está ocurriendo, en Sudán, México, Colombia, Argelia, Malí, Camerún, Nicaragua, Honduras, Siria, Líbano o Ucrania. También Navarra. “Es un proyecto de largo recorrido que busca hacer llegar esa chispa que se llama empatía y que anime a otros reporteros a que no olviden”. Porque continuamente, en todo el mundo, nieva ceniza. “Son situaciones que producen mucho contraste: regalar globos en forma de corazón en San Valentín mientras te caen morteros encima, sonreír en mitad de un terremoto, colocar flores dentro del socavón de un gran bombazo, sufrir doce años de guerra y seguir en pie tirando de la esperanza”, añade Benítez, que desde hace dos años, desde que el periodista navarro David Beriain fue asesinado en Burkina Faso, tiene pegada en la mesa una foto en la que le retrató. “Para no olvidarme del periodismo que él hizo y que es el que yo quiero hacer”.