La Argentina está atrapada en una vieja trampa, cíclica, que es la falta de dólares, en la que su economía cae reiteradamente desde hace 50 años de manera dramática. Por un lado, el problema de no producir los dólares que se necesitan para el nivel de vida que queremos mantener y, por el otro, una gran fuga del peso, por el deterioro de la moneda, carcomida por la inflación, que hace que la gente busque refugio en la divisa estadounidense. Es el tema central del Gobierno, determinante para el destino electoral del Frente de Todos.
Este problema nos va a vincular ahora con algunos fenómenos globales, de época, que no tienen necesariamente una conexión directa con la vida doméstica argentina. El primero de ellos es la rareza del clima que estamos viviendo en estas horas. Vamos a ver unos mapas que tomamos siempre del Servicio Meteorológico Nacional que muestran que, aun sin llegar a diciembre, en varias zonas del país se alcanzan altas temperaturas, entre 32° y 34°. Prácticamente todo el centro productivo está tomado por temperaturas altísimas. En el sur de la provincia de Santa Fe se registraron 34°; En Córdoba, 33°; hasta en el norte de la provincia de Buenos Aires ya había temperaturas de ese nivel.
Esto se vincula con otro fenómeno que está sumamente relacionado con el problema de carencia de divisas que puede estar agravado en el Banco Central.