Stephanie Leigh Rose contesta al correo electrónico desde la cama del hospital. Ha sido mamá el día anterior y pide disculpas por la tardanza: «Nadie te prepara para este nivel de lloros… ¡Los de mi marido y los míos!», bromea. Es actriz y dramaturga, habla igual de bien su inglés americano nativo como su japonés de origen y lo mismo te hace una ceremonia del té perfecta que te monta un combate… y gana, con o sin armas de por medio. Sin embargo, lo que la ha lanzado a la fama ha sido algo bien diferente, sin rastro de glamour ni de habilidades especiales. El cielo de Instagram se abrió de par en par hace ya dos años para recibir a Stefdies: un cuerpo inerte plantado, como si nada, donde cualquier otro se hubiera hecho un selfie. Por todo el mundo. Y no, esto no es baladí. Aunque parezca una macarrada sin mucho sentido, lo de Stef es activismo, una «crónica de vida» con un lema: «Deja huella». Y eso intenta ella.