Nena Von Flow decidió que en su apartamento de Brunswick (Alemania) no se quedaría ni una sola planta. Había invertido tanto tiempo y cariño en cada una de ellas que renunciar a esos esquejes era innegociable. Viajó a Galicia con su marido y su hijo. Dejó a Jon, de siete años, con su familia. Alquilaron una furgoneta y recorrieron 2.413 kilómetros de vuelta hasta la segunda ciudad más grande de Baja Sajonia para recoger todo ese universo verde que había creado desde cero. “Cuando nos mudamos a Alemania, necesitaba conectar con algo que hiciese pasar las horas. Llenar el tiempo. Empecé a decorar la casa con plantas, a interesarme por ellas, a leer sobre sus necesidades, a entender por qué algunas morían y otras no, y me atrapó ese mundo”, recuerda. Además de las plantas, a Nena le hicieron compañía los 100.000 seguidores que llegó a acumular en Instagram. Pero se despidió de ellos. “Era un perfil de fotografía y ya no me sentía a gusto. Quería crear algo para compartir y que aportase información interesante”, apunta. Entonces creó @nenaplantsflow. A través de este nuevo perfil iba a contar sus aventuras con las plantas. En poco tiempo una comunidad de 30.000 personas estaba pendiente de sus actualizaciones.
Nena Von Flow (Vigo, 41 años) es algo así como una especie exótica. Se refiere a las plantas por sus nombres científicos, pero da consejos sin tecnicismos. Es fotógrafa de formación y sus tutoriales son hipnóticos. Nada falla, pero a la vez todo es real: la luz es correcta, los planos impecables y las plantas son increíbles. Pero sus manos tienen tierra, sus sudaderas sustrato y, a veces, los esquejes no sobreviven.