Nació en una familia tan humilde que dormía en camas de paja hechas por su padre. Vivió bajo techos que se caían, diciendo en broma a su hijo que llovía más adentro que afuera. Pero con sus ahorros de empleada doméstica volvió su casa una maravilla de la arquitectura mundial.
«Cincuenta años economizando y lo conseguí», dice la brasileña Dalvina Borges a BBC Mundo desde su flamante residencia en Vila Matilde, un barrio popular en de la zona este de São Paulo.