Javier Milei insulta a la “casta” en sus discursos, pero decidió jugar a fondo con algunos de los rostros y apellidos más asociados a la política a lo largo y a lo ancho del país. Y un rasgo distintivo uniformiza a muchos de esos aliados: militaron antes en el radicalismo, en el Pro, con Elisa Carrió, en el peronismo o hasta en el kirchnerismo. Muy pocos, sin embargo, adscribieron antes al ideario liberal o, menos aún, al libertario.
Apellidos icónicos de la política como Menem y Bussi se combinan así con otros menos conocidos en las grandes ligas nacionales, pero que son parte desde hace años o incluso décadas del paisaje cotidiano en sus distritos. Es decir, allí donde Milei debe conjugar sus ambiciones presidenciales con su necesidad imperiosa de sumar candidatos, financiamiento, fiscales y votos, según reconstruyó LA NACION durante las últimas semanas en base a los testimonios de tres decenas de colaboradores, actuales o pasados, del candidato.
Esos colaboradores destacan los roles que tienen Karina Milei, su hermana, y Carlos Kikuchi, a medida que avanza la campaña electoral. Kikuchi se aboca a tejer alianzas, armar estructuras y seleccionar candidaturas en provincias y municipios, sin que su militancia liberal o libertaria sea un factor decisivo, ni mucho menos. Pesa más cuánto dinero y estructura pueden aportar. ¿Y ella? Ella tiene el oído y la confianza absoluta de su hermano.