martes 28 de marzo de 2023
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La cultura de 2022: entre el llanto y el perreo

No nos sigamos engañando: en realidad no existen los mejores libros, series, películas, exposiciones, conciertos, discos, pódcasts, canales o cómics del año. Se habla mucho de los sesgos de los algoritmos y casi nada de los sesgos de la crítica cultural, de cómo nuestras lecturas o nuestro consumo dependen de la edad, formación, clase social, amistades, ciudad de residencia, acceso gratuito o no a ciertas obras y plataformas, gustos, etc. La producción narrativa y artística de nuestra época es inabarcable. Solo podemos evaluar, al final del año, esa limitada lista de reproducción que conforma nuestra experiencia. Y dejar que sea el lector quien asuma la parte por el todo. O no.

2022 ha sido el año del fin de los confinamientos por pandemia y, por tanto, del regreso a las ferias del libro, los festivales y los viajes. La Feria del Libro de Buenos Aires, por ejemplo, batió records de asistencia y compra. Ha sido el año de la euforia, sí, pero también de la depresión. El año del triunfo de Argentina en el Mundial de fútbol y de la guerra de Ucrania. La cultura ha tomado el termómetro de esa atmósfera. Si tuviera que escoger dos hilos que enhebran algunas de mis lecturas y vivencias más intensas de los últimos 12 meses, tendrían que ver con esas dos dimensiones o temperaturas: el trauma y la fiesta, la enfermedad mental y la celebración de estar vivos, el llanto y el perreo.

La mejor serie —de las que he podido ver— ha sido Severance, que empieza con un episodio titulado, precisamente, “Buenas noticias sobre el infierno”. En sus siete primeros minutos lloran, por separado, sus dos protagonistas. La ficción de Dan Erickson imagina para AppleTV+ una empresa cuyos trabajadores disocian radicalmente la jornada laboral de la vida íntima, hasta el extremo de escindirse entre dos individuos que no pueden acceder a los recuerdos del otro. La angustia de “los otros” laborales es tal que la protagonista intenta suicidarse. Es psicológicamente insoportable vivir atrapados en una oficina diseñada como un laberinto de claustrofobias.

washingtonpost.com  (www.washingtonpost.com)