La “emisión silenciosa” de pesos es posiblemente el principal desafío que enfrenta Sergio Massa para quitarle presión al tipo de cambio y al mismo tiempo bajar la inflación. Se trata del mecanismo por el cual el Banco Central se compromete a comprarle al sector privado todos los bonos en pesos que hagan falta para evitar un derrumbe de las cotizaciones y una suba de las tasas de interés. Tal como lo dijo en su momento el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se trata de una apuesta que se mantendrá para lo cual hará “lo que sea necesario”.
Hay de hecho dos grandes definiciones del ministro de Economía que se fueron consolidando con el paso de los meses. La primera es que no habrá una devaluación brusca del tipo de cambio oficial, sino que se seguirá un patrón de depreciación, que incluso en diciembre se redujo en relación a los meses previos.
La segunda de esas definiciones es que se evitará a toda costa un nuevo “reperfilamiento” de la deuda local. De esta forma, se busca que los tenedores de bonos tengan confianza, acepten refinanciar y estirar los plazos de vencimiento. Se trata de una herramienta imprescindible para llegar a las PASO de agosto de la mejor manera posible y sin una acumulación insostenible de deuda en moneda local.
Massa debe luchar contra una vieja tradición argentina, que es la de dolarizarse, pero especialmente cuando se acercan las elecciones presidenciales. En general en los meses previos a los comicios hay mayor volatilidad cambiaria y hay más interés de los inversores en esperar los resultados electorales en moneda dura.