El Kremlin reaccionó con furia al anuncio de un organismo del gobierno polaco, que propuso cambiar de nombre al exclave ruso de Kaliningrado, en la costa del Mar Báltico.
El Comité de Normalización de Denominaciones Geográficas en el Exterior de Polonia indicó que la ciudad y el área más amplia de este territorio deberían llamarse Królewiec.
Este era el nombre tradicional del lugar, argumentó, y justificó su propuesta de abandonar el actual «nombre impuesto» por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Moscú calificó la decisión como «al borde de la locura» y «un acto hostil».
«Sabemos que, a lo largo de la historia, Polonia ha caído de vez en cuando en esta locura de odio a los rusos», declaró el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.