Uno de los primeros nombres que apareció tras la caída la semana pasada de Silicon Valley Bank (SVB) fue el de Peter Thiel, uno de los villanos favoritos de la era Internet. Cofundador de Paypal; creador de una ominosa empresa de espionaje, big data y contraterrorismo llamada Palantir, que lo mismo sirve a Gobiernos que a grandes inversores; exsocio de Elon Musk, con el que nunca tuvo buena relación; y, sobre todo inversor visionario. Su dinero fue uno de los motores iniciales de Airbnb, Facebook, Spotify, y otro gran puñado de logotipos que hoy residen en la pantalla principal de nuestros móviles. A través de varios vehículos de inversión, pero especialmente de Founders Fund, una empresa que inyecta varios miles de millones de euros a más de 80 tecnológicas consolidadas (incluyendo SpaceX y Neuralink, de Musk, y la propia Palantir de Thiel).
Founders Fund es una de las pocas que consiguió sacar todo su dinero de Silicon Valley Bank antes de que el regulador estadounidense detuviese todas las operaciones y tomase el control del 16º banco más grande de Estados Unidos. También fue ese movimiento, y la pista a sus inversores y protegidos de que hiciesen lo mismo, el que aceleró su caída. Desde entonces, a Thiel se le ha acusado de haber causado una de las mayores crisis bancarias desde 2008. Aunque, en este caso particular, él no es el villano de esta historia.