Angela Merkel ha pasado su carrera política minimizando su género: rehuyendo la etiqueta de feminista, actuando con modestia, cautela y preparación en un implícito contraste con el fanfarroneo masculino. La canciller ganó la reelección este domingo y así pasa a ser la mujer más poderosa sobre la faz de la tierra.
No obstante, para muchos ella es solo su dirigente y su género es irrelevante.
Su éxito hace que surja una pregunta que se vuelve oportuna tras meses de la derrota de Hillary Clinton: ¿esta estrategia de disimulo es la forma más efectiva que tienen las mujeres para hacerse del poder y ejercerlo?
Clinton hizo campaña como una mujer que haría historia por romper el más alto techo de cristal; en respuesta, varios segmentos de Estados Unidos dieron un contragolpe misógino.