Hay una escena en la película El club de las divorciadas, donde una mujer de la alta sociedad neoyorquina tiene que inducir a una aspirante a serlo a que compre en un remate y por un precio exorbitante un objeto que no lo vale. Este último personaje lo interpreta una Sarah Jessica Parker que es lo opuesto a la Carry Bradshaw que da vida en la serie Sex & The City.
Ante la desesperación por no lograr su cometido, a la millonaria se le dispara un último recurso y dice una frase mágica: “Jackie O. (Kennedy) tenía uno igual a ése”. Y el artilugio funciona. La fascinación que produce en personajes aspiracionales –como el de Parker en la película– la mera idea de estar asociado con aquel a quien se admira para capturar algo de ese aura de buen gusto y estilo puede llevar a conductas irracionales como las que suceden en el film.