Las reuniones de CILFA oscilan entre la queja y el espanto. Los empresarios de la Cámara de Laboratorios Farmacéuticos se dividen en la antesala de las PASO como hace bastante no se veía. Protagonistas involuntarios de la campaña, millonarios ganadores de todas las eras, los dueños de laboratorios son amigos del poder de turno y siempre quieren más. La familia Roemmers, Daniel Sielecki y Sebastián Bagó están entre los que tienen afinidad con Mauricio Macri y todavía recuerdan las fiestas del sector a las que el Presidente asistía escoltado por Nicolás Caputo. Quisieran que tenga una nueva oportunidad, con la ilusión de que reedite en el país lo que hizo en Boca después de un mal arranque. Todavía creen.
Síntoma de la crisis, en la industria también mastican bronca por el ajuste en el convenio con el PAMI que se firmó en tiempos en que nada resultaba ajeno para la dupla de Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. Desde el oficialismo señalan a Hugo Sigman, socio de Sielecki y Luis Gold, como el principal sponsor del gobernador Juan Manzur y el candidato opositor Alberto Fernández. Otros, que también se llevaron bien con el kirchnerismo, no se animan a blanquear su deseo y prefieren resguardarse en una fórmula que sienta bien entre los hombres de negocios: “No voy a votar a ninguno de los dos”. Es el voto vergüenza que también se apodera del Círculo Rojo.