En 2013, la Jornada Mundial de la Juventud y la Copa Confederaciones; en 2014, el Mundial de fútbol; en 2015, el festival Tomorrowland; y en 2016, los Juegos Olímpicos. Los megaeventos en Brasil se desarrollan entre casos de corrupción, despilfarro, desalojos y aumento de la desigualdad.
Falta un año para que comiencen los Juegos Olímpicos 2016 de Brasil. Para entonces, posiblemente cientos de millones de espectadores sigan a través de la televisión este acontecimiento, en su mayoría ignorando lo que hay de fondo. Para entenderlo debemos volver la vista unos años atrás.
A Brasil le ha tocado ser país anfitrión de un conjunto de grandes eventos en los últimos años. Destacan la Jornada Mundial de la Juventud 2013, la Copa Confederaciones 2013 y el Mundial de Fútbol 2014 o incluso el festival Tomorrowland 2015 cuyas 180.000 entradas fueron agotadas en tres horas, dejando mucho que desear sobre los valores culturales del progreso capitalista. Han causado un visible impacto de forma especial el Mundial y los Juegos Olímpicos.