Estaba preparando las maletas al final de unas vacaciones familiares en Florida, cuando me atacó un espasmo intenso en la espalda que ni siquiera un puñado de analgésicos pudo aliviar. Mientras mis gemelos, que en aquel entonces tenían 8 años, me empujaban en una silla de ruedas por el aeropuerto, uno de ellos sugirió: “Mamá, si piensas en otra cosa, no te dolerá tanto”.
En ese momento, no pude apreciar la sabiduría de su consejo. Ahora, cuatro décadas más tarde, una sofisticada técnica de distracción le sirve a pacientes de todas las edades a soportar el dolor, tanto agudo como crónico. El método, llamado Virtual Reality Therapy (Terapia de realidad virtual), va más allá de una simple distracción, como podría ser la televisión. Más bien, sumerge por completo al paciente en un ambiente relajado e interactivo que hace que el cerebro se mantenga ocupado a tal grado que no queda espacio para procesar sensaciones de dolor al mismo tiempo.
“No solo es una distracción… es como un narcótico endógeno que produce una explosión fisiológica y química que te hace sentir mejor”, comentó Jeffrey I. Gold, director de la clínica para el manejo del dolor pediátrico del Children’s Hospital de Los Ángeles. “Es distinto a leer un libro o jugar con un juguete. Es una experiencia multisensorial que involucra la atención de la persona a un nivel mucho más profundo”.