Las llamadas comenzaron en diciembre, cuando Estados Unidos se preparaba para administrar sus primeros lotes de la vacuna para la COVID-19. Ya entonces estaba claro que la Unión Europea llevaba unas semanas de retraso, y sus dirigentes querían saber qué podían aprender de sus homólogos estadounidenses.
Las preguntas del presidente Emmanuel Macron de Francia, de la presidenta Ursula von der Leyen de la Comisión Europea, y de Alexander De Croo, el primer ministro de Bélgica, eran las mismas.
“¿Cómo lo hicieron?”, recordó Moncef Slaoui, el zar de las vacunas de Estados Unidos, que le preguntaron en las llamadas. “¿Y qué crees que pasamos por alto?”.
Desde entonces, la brecha en la vacunación entre Europa y Estados Unidos no ha hecho más que aumentar, y algunos de los países más afectados al principio de la pandemia se enfrentan a una tercera ola mortal de infecciones. Francia, amplias zonas de Italia y otras regiones vuelven a estar confinadas. Unos 20.000 europeos mueren de COVID-19 cada semana.