Luiz Inácio Lula da Silva pasó su primera mañana como prisionero con un desayuno que consistió en pan con mantequilla y café.
El mismo domingo 8 de abril, un día después de su arresto, miró la final entre Corinthians, el equipo al que apoya, y el rival Palmeiras. Corinthians ganó en penaltis.
Lula, de 72 años, no es cualquier prisionero: afuera de la prisión hay una placa que celebra la inauguración del edificio en 2007 y el nombre del expresidente está inscrito en ella.
Brasil ha comenzado a lidiar con la realidad del arresto de Lula, quien se entregó a las autoridades el sábado, dos días después de que el Supremo Tribunal Federal indicara que podía ser encarcelado por una sentencia de doce años por corrupción y lavado de dinero incluso pese a que siguen pendientes proceso de apelación.