Con la explosión de las redes sociales, muchas cuentas personales se volvieron populares gracias a sus lecturas humorísticas sobre la actualidad argentina. Pero los proyectos colectivos, como la revista Barcelona, el colectivo de diseñadores Eameo y los humoristas gráficos nucleados en la flamante Alegría Política, no solo encuentran en el humor un espacio de resistencia y catarsis sobre las vicisitudes políticas, sino también un público que supera al nicho y, viralización mediante, acumula cientos de miles de seguidores.