El incremento del 3,4% de abril, que acumula un 55,8% interanual, invita a pensar en por qué ha fracasado tan estrepitosamente la política económica a la hora de contener la inflación y morigerarla, algo que el propio gobierno destacaba como “lo más fácil de hacer”.
La crisis cambiaria de 2018 enterró el proceso de des-inflación que había sido estrella entre “brotes verdes” que quedaron en la nada. La política de estabilización para salir de esa crisis ha mostrado ser un parche contenedor, pero no una estrategia que permita reconducir el rumbo. Por un lado, el esquema de agregados monetarios que estipula 0% de expansión de la base monetaria para este año y es arbitrado por la tasa de interés de referencia, solo ha resultado en la convalidación de tasas cada vez más altas ante la incertidumbre externa, ahogando las posibilidades de financiamiento PyME y comprometiendo las cadenas de pagos en numerosos sectores.