“La prensa peruana es en estos días un homenaje a la derrota de aquellos ideales que alguna vez la hicieron importante. Es también, muchas veces, una contribución decisiva a los anales de la vulgaridad”, escribió el periodista César Hildebrandt en el prólogo a la segunda edición de su libro de entrevistas Cambio de palabras.
Esas líneas, publicadas en 2008, parecen haber sido un presagio de lo que su propio semanario ha venido practicando en sus últimos números. Si en este reportaje las palabras escritas por Hildebrandt no hubieran estado entre comillas e indicando la fuente, representarían con más exactitud la paradoja y la contradicción entre el discurso y la práctica en la que cae el periodista. El semanario que dirige está acostumbrado a tomar columnas de opinión de autores extranjeros y reproducirlas en sus páginas, sin tener la autorización de los firmantes y, por supuesto, sin pagarles.
En el número 306 de Hildebrandt en sus Trece, publicado el 1 de julio, se incluyeron siete columnas de opinión. De ellas, solo tres fueron escritas por verdaderos colaboradores del periódico, cuyos nombres aparecen en los créditos: Pedro Francke, Ronald Gamarra y Juan Manuel Robles. Las otras cuatro columnas fueron de autores extranjeros, ausentes en la relación de nombres de las personas que conforman la publicación. Despertada la sospecha, Carta Abierta se puso en contacto con dos de ellos, quienes confirmaron que no tenían conocimiento de la publicación de sus columnas en el semanario limeño.