lunes 5 de junio de 2023
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Las devaluaciones son siempre huérfanas

En política, especialmente en años electorales, las fotos suelen ser motivo de discusiones y codazos. Muchas veces incluso se difunden recortadas para dejar afuera a algún colega en la gestión que pueda rivalizar en el juego de la silla. Lo novedoso de esta campaña es que ahora la pelea es para no salir. Pasó con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, quien participó ayer por la mañana de la cumbre en Olivos entre el Presidente y Sergio Massa en plena disparada del dólar paralelo. La imagen oficial omitió al custodio del peso y único sobreviviente del primer equipo económico de Alberto Fernández. Él tampoco quiso aparecer.

Más que estabilizar el mercado, en realidad, la foto buscó domar la interna. Alberto Fernández ya le había ofrendado a Massa la cabeza de su jefe de asesores, Antonio Aracre, a quien en Olivos responsabilizaron por haber filtrado a la prensa las versiones de un posible reemplazo del ministro de Economía tras el demoledor índice del 7,7% de inflación que publicó el INDEC para marzo. No alcanzó. El tigrense exigió la instantánea y volvió a verse cómo chirrían los engranajes del Gobierno. ¿Quién ratificaba a quién?

El exCEO de Syngenta ya se había granjeado la enemistad de Massa, de Pesce y hasta de Mercedes Marcó del Pont. De haber impulsado en su momento el «dólar soja» como alternativa para sumar reservas, el economista se había convertido en su principal crítico interno. «No hay ninguna lógica en pagarles $300 a los sojeros pero seguir permitiendo que importen insumos a $200», repitió ante el Presidente en el fatídico almuerzo del lunes. Toda una concesión de alguien que vendió esos insumos durante más de 30 años.

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