Joseph Ratzinger, el Papa emérito Benedicto XVI, que falleció este sábado a los 95 años, era un teólogo reconocido, no buscaba el poder y era modesto, según uno de sus biógrafos. Pero pese a todo debió enfrentar no pocos serios temas en el Vaticano durante su papado y antes, a nivel de las finanzas vaticanas, los abusos sexuales de parte de miembros de la Iglesia y la Teología de la Liberación nacida en América Latina.
Benedicto XVI “nunca ha buscado el poder. Se sustrajo al juego de las intrigas dentro de Vaticano. Conducía siempre una vida modesta. El lujo estaba lejos de él y un ambiente con comodidades superiores a lo estrictamente necesario le era completamente indiferente”, escribió el biógrafo del Papa emérito Peter Seewald que pasó con él muchas horas de charla. Era “un pensador radical, un creyente radical que pese a la radicalidad de su fe no tomaba la espada sino otra arma más potente: la fuerza de la humildad, de la semplicidad, del amor”, destacó Seewald.
Cuando en 2005 fue elegido Papa, como gran teólogo que era considerado después de 24 años de trabajo en la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue difícil para los periodistas a veces poder reproducir sus discursos o sus mensajes, escritos más bien para expertos que para el público de gente común que lo seguía. Pero poco después él y su equipo se dieron cuenta y el lenguaje cambió pero no los contenidos, siempre de alto nivel teológico y filosófico.