La Unión Cívica Radical (UCR) rompió lazos con el PRO tras la derrota en las PASO del 11 de agosto. No en lo formal, pero sí en lo gestual: los gobernadores radicales se encerraron -aún más- en su provincias y se alejaron de la Casa Rosada y las directrices oficiales sobre el proselitismo, aunque un sector del partido hará campaña por Mauricio Macri y se abroquelará tras el operativo remontada histórica. Con el futuro de Juntos por el Cambio en análisis, la tensión interna amenaza con quedar al descubierto y afloran los tironeos de las distintas tribus radicales por la conducción del partido.
La presidencia de la UCR se renueva a fin de año y los distintos popes se lanzan a una disputa que crece al calor de la debacle electoral de Cambiemos: el radicalismo perdió el dominio de cinco ciudades capitales, como Santa Rosa, Santa Fe, Córdoba, Paraná y Neuquén y, también, fue derrotado en todas las provincias en las que compitió por la gobernación, a excepción de Jujuy. Desde la provincia norteña, el gobernador Gerardo Morales se anota para presidir y choca con el mendocino Alfredo Cornejo, que este domingo defiende Mendoza (el candidato, su delfín, es Rodolfo Suárez) y jugará esa carta, además de hacer campaña marcando que es el radical “más opositor” a Balcarce 50. Esa bandera la postula en obvia alusión al santafecino José Corral, caracterizado por sus pares como el más cercano a Macri y al jefe de Gabinete, Marcos Peña.