Ni un vil complot de hackeo ni una maniobra de desinformación por parte de Rusia y EEUU. Según las pruebas que siguen apareciendo, lo más probable es que la filtración de documentos clasificados estadounidenses de defensa solo sea otro ejemplo de lo poco cuidadoso que es Washington con sus secretos.
La versión menos probable de los hechos es la que circula entre los simpatizantes del Kremlin de que se trata de una inteligente maniobra de distracción de la CIA para desmoralizar a los rusos mostrándoles cuántas vidas han perdido y lo mal que les está yendo en su guerra contra Ucrania.
Pero lo cierto es que la referencia a las pérdidas rusas solo figura en uno de los más de 100 documentos que se sabe que se han filtrado. El resto del material es perjudicial tanto para Kiev –al revelar sus problemas de munición y algunos de sus despliegues de defensa aérea– como para Washington, al poner al descubierto la profundidad de su implicación en la defensa de Ucrania, algunos de sus métodos de recopilación de información en Rusia (entre los que se incluyen los detalles sobre tecnología de satélites poco conocida) y el alcance del espionaje de Washington en países aliados como Ucrania, Israel y Corea del Sur.