martes 28 de marzo de 2023
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Llegar de rodillas

A Sergio Massa le sobran motivos para festejar. El ministro de Economía logró que una vieja idea suya, que comenzó a propiciar hace dos años entre la comandancia del Frente de Todos, se convierta ahora en política de Estado del peronismo de la escasez. El dólar-soja no se presenta como un régimen permanente, como reclama el representante de las cerealeras Gustavo Idígoras, pero lo es. Así como la devaluación lisa y llana -que tiene entre sus defensores a una larga lista de economistas que consulta Massa- será lo último que haga el gobierno, el tipo de cambio preferencial para los agroexportadores es la viga maestra de la gobernabilidad en la etapa final del experimento de coalición. Ceder como forma de gobierno, una consigna que hubiera provocado arcadas en los pioneros del kirchnerismo puro, funciona como nuevo grado cero, producto de una debilidad que está a punto de cumplir tres años.

El anuncio del dólar a 230 pesos con el que el ministro de Economía espera recaudar 3000 millones de dólares estaba cantado desde el origen, pero pocos esperaban que Massa tuviera que apelar tan rápido a un mecanismo que es lo más parecido a las retenciones cero que puede ofrecer el peronismo. El signo de interrogación que generaban los largos meses del verano para un Banco Central sediento de dólares acaba de ser resuelto con una concesión temprana, producto de una presión devaluatoria que regresó antes de lo previsto, obligó a Miguel Pesce a quemar U$S 1000 millones en noviembres y llevó los dólares paralelos al nivel más alto de los últimos cuatro meses.

En plena sequía, la medida que apunta a adelantar el ingreso de divisas y desinflar una brecha cambiaria que superó otra vez el 90% no viene sola sino acompañada por otro gesto del gobierno al complejo sojero: el regreso del diferencial por retenciones que beneficia a las grandes aceiteras nucleadas en CIARA-CEC. Compañías como Bunge, Cargill, Luis Dreyfus, Molinos Agro, Aceitera General Deheza, Cofco Internacional, Glencore -que dominan el rubro en el polo exportador de subproductos de soja más grande del mundo- pasarán a pagar 31% de impuestos en lugar de los 33% que venían pagando desde marzo pasado. Es la tercera vez que el gobierno cambia ese porcentaje: lo hizo en octubre de 2020, cuando con un dólar a 185 pesos apostó al acuerdo con las cerealeras, volvió atrás en marzo cuando se desató la guerra y regresa ahora con una ofrenda que los gigantes transnacionales consideran lógica pero entre los productores sojeros se cuestiona como un beneficio adicional al sector más concentrado de la cadena agroindustrial.

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