Ellos hablan de bombas, comandos nocturnos y ataques inadvertidos. Pero sus armas son semillas y su campo de batalla, la Ciudad. Los guerrilleros ecológicos buscan rediseñar el espacio urbano para ganar la guerra contra el cemento. Y en esta batalla, las redes sociales resultan claves y les permiten alcanzar un efecto multiplicador.
Con tutoriales, manuales de acción y talleres comunitarios online, los ecowarriors instalan una acción directa que reclama los terrenos baldíos. Los costados de las vías del tren, plazas, canteros y rutas son el objetivo a alcanzar.
Estos grupos toman la Ciudad por asalto con las “bombas de semillas”, unas esferas de cuatro centímetros de diámetro de tierra arcillosa y una selección de semillas, que se lanzan aleatoriamente en propiedades públicas o privadas por igual. “La idea es tirarlas donde no se pueda acceder a pie, donde el pisado daña la tierra y para que los pájaros no las coman”, explica Joy Sapoznik, fundadora del El Brote Urbano, una huerta comunitaria que luego se convirtió en blog, con 16 mil seguidores.