Es posible que los observadores externos crean que se están produciendo situaciones similares a la Primavera Árabe, incluso a una revolución, en las manifestaciones que se han producido en distintas ciudades de China.
Se trata de las manifestaciones más numerosas y ambiciosas que han sucedido en el país en años. Algunos de los participantes incluso exigen la renuncia de Xi Jinping, el líder máximo de la nación. El 30 de noviembre, nuevos videos de enfrentamientos sucedidos la noche anterior circularon en la ciudad sureña de Cantón, donde varios residentes derribaron barricadas y lanzaron botellas a los policías.
Pero si los manifestantes en China esperan lograr un cambio político arrollador, quizá se topen con obstáculos incluso peores que la temible reputación de su gobierno de aplastar cualquier señal de desacuerdo y probabilidades todavía más reducidas de lo que puede aparecer en la superficie.
Tres grandes fuerzas obstaculizan las protestas, dos de ellas son de carácter global y una es propia del sistema político en China.