Las comparaciones salariales entre diversas economías son poco difundidas; se trata de análisis casi tabú por diferentes motivos, aunque muy relevantes para diseñar políticas, proyectar escenarios y considerar inversiones. En primer lugar, es complicado consensuar una metodología de paridad de poder adquisitivo para hacer mediciones consistentes (es la forma utilizada convencionalmente para comparar el valor real de una variable económica en un país en relación a la misma variable en otro). Esto se debe a que no es sencillo y no hay una única manera de eliminar las distorsiones que generan los diferentes niveles de precios de las canastas de consumo entre países. Además, las comparaciones también son complejas debido a que la oferta disponible y los hábitos de consumo suelen ser diferentes. Aunque una aproximación posible, en economías abiertas, es tomar como referencia los salarios medidos en dólares.
Pero, la segunda y fundamental razón por la cual los estudios comparativos salariales tienen poca difusión es porque pueden estar asociados con intentos de bajar salarios, aun cuando el propósito sea puramente analítico o, por el contrario, se busque exhibir una situación desfavorable para los trabajadores. En todo caso, siempre se trata de una variable de alta sensibilidad.