Desde Winston Churchill a Felipe González, los profesionales del poder aseguran que nadie se convierte en un verdadero político hasta que logra controlar los secretos. Eso es lo que hizo Mauricio Macri este fin de semana. Logró sorprender a la gran mayoría de los argentinos cuando el domingo a la mañana posteó un video en sus redes sociales para anunciar que no competirá por otra candidatura presidencial. Había fundado un partido, había llegado a presidente y ahora demuestra que también puede resignar un espacio y una oportunidad de poder.
Macri terminó de definir su estrategia el viernes a las diez de la mañana. Ese día se reunió con Horacio Rodríguez Larreta para pactar las condiciones de su determinación. Ni los dirigentes del PRO ni el periodismo habían podido averiguar donde era la cita.
Como en “La carta robada”, el excepcional cuento de Edgar Allan Poe en el que la carta escondida está a la vista de todos, dentro de un tarjetero, Macri eligió el lugar más obvio para el encuentro. Lo recibió en una mesa del Tenis Club Argentino, donde practica deportes y pasa buena parte de sus horas cuando está en la Argentina. Allí mantiene sus reuniones políticas y sus almuerzos familiares. Nadie creyó que elegiría ese lugar, justamente, para la reunión clave con Rodríguez Larreta.