miércoles 22 de marzo de 2023
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Malditas grietas

Este Mundial, además de la copa, nos dio el mejor síntoma del grado de toxicidad social que tiene el exceso de polarización política. Si nos sirviera para irradiar consciencia del mal que hace a la gente buena, Messi es el mejor ejemplo, generaría un efecto terapéutico comparable a haber salido campeones.

A Lionel Messi no se lo percibe como una persona maleducada, ni descortés. Que una persona a quien se le asignan esas virtudes haya pasado delante del ministro de Interior que fue a recibirlo en Ezeiza sin haberle dado siquiera la mano indica algo más que los humores o personalidad del propio Messi.

El argumento de que Wado de Pedro y otros representantes de La Cámpora, como parte de su interna dentro del Frente de Todos, hayan ido a Ezeiza con el fin, primario o secundario, de asegurarse una foto con Messi que luego no tendría el Presidente, no hubiera existido si la Selección hubiera aceptado la invitación a la Casa de Gobierno como hicieron hasta ahora todas las selecciones campeonas del mundo al llegar a sus países. El desaire no era a La Cámpora ni a Alberto Fernández ni tampoco al Frente de Todos, sino al Estado del cual el presidente es su significante.

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